En medio de la pandemia, María reflexiona sobre la importancia de seguir adelante ante las situaciones más complicadas. Su determinación se mantiene firme y la esperanza es lo que la mantiene perseverante en medio de un escenario difícil. En este relato, un sueño, fruto de su cansancio evidente, nos traslada al siglo XIX.

María contempla las playas que alguna vez fueron testigos del desembarco del ejército griego liderado por Agamenón. A pesar de su fascinación por las epopeyas de héroes clásicos y de ser salvada por un hábil marinero, al casi caer al agua durante su viaje en barco hacia Estambul, María y su mentora, Florence, se enfrentan a la cruda realidad de su profesión como enfermeras en medio de la guerra.

Al llegar a Estambul, la realidad les golpea en sus primeros minutos en un hospital de campaña en condiciones deplorables: centenares de soldados heridos, hacinados en camastros con mínima separación, vendajes sucios, descuidados, gemidos de dolor, desesperación y un largo etcétera. 

Florence, liderando el grupo, se enfrenta al Capitán Rogers para entender las razones detrás de la precariedad del lugar. Descubre la falta de recursos y la difícil situación del personal médico. A pesar de las adversidades, Florence toma el liderazgo y comienza a implementar mejoras en la higiene, ventilación y distribución de espacios.

Tres meses después, gracias a las acciones emprendidas por Florence, el hospital mejora significativamente. Se implementan medidas de higiene, se amplían espacios y todo ello propicia un mejor cuidado de los pacientes. El estado de ánimo de las enfermeras por fin mejora, enfrentando con entereza su labor. 

César Honrado López